Royal Portrush, Irlanda del Norte
El mundo del golf ha sido testigo hoy de una nueva coronación, pero para muchos, más que una noticia, ha sido la confirmación de una realidad ineludible: Scottie Scheffler ha conquistado su primer Open Británico en Royal Portrush, afianzándose como el dominador absoluto del panorama golfístico mundial. Con una exhibición de maestría y control, el estadounidense de 29 años cerró su participación con un impresionante total de 17 golpes bajo par, logrando una cómoda ventaja de cuatro golpes sobre su más cercano perseguidor, Harris English (-13), quien contó con el valioso apoyo del caddie y entrenador gallego Ramón Bescansa. El podio lo completó otro estadounidense, Chris Gotterup (-12), mientras que jugadores de la talla de Wyndham Clark, Matt Fitzpatrick y Haotong Li se ubicaron a seis golpes (-11). Incluso figuras como Sergio García y Jon Rahm observaron la batalla final desde la distancia, terminando en la posición 34 con -3. La brecha de cuatro golpes entre Scheffler y el segundo clasificado es tan reveladora como la distancia entre el segundo y el decimotercer puesto, lo que subraya la superioridad del flamante campeón.
La Jarra de Clarete, el trofeo más codiciado en la historia del golf, reposa ahora en las manos de quien es, sin discusión alguna, el mejor jugador del planeta. A sus jóvenes 29 años, este es el cuarto "major" en la brillante carrera de Scheffler, sumándose a las dos chaquetas verdes del Masters de Augusta (2022 y 2024) y al Campeonato de la PGA de este mismo año. Con esta victoria, solo le resta el US Open para completar el ansiado Grand Slam, un hito que esta temporada ha logrado Rory McIlroy, y que lo colocaría en un selecto olimpo junto a leyendas como Gene Sarazen, Ben Hogan, Gary Player, Jack Nicklaus y Tiger Woods. De hecho, el dominio que Scheffler ejerce en la actualidad evoca la época de tiranía de Woods.
La "máquina de jugar al golf" Scottie Scheffler comenzó la jornada final con un birdie en el hoyo 1, disipando de inmediato cualquier atisbo de suspense. Aunque por momentos pareció mostrar una faceta más humana, apretando el puño y la mandíbula al salvar el par en los hoyos 6 y 7 con dos putts largos, y sufriendo un inusual doble bogey en el 8 al quedar atrapado en el búnker, esos fueron solo breves destellos. Rápidamente cerró cualquier resquicio y continuó su marcha imparable, descontando etapas hasta pisar el green del 18 con una Royal Portrush rendida a sus pies. Tras el último embocaje, las emociones fluyeron libremente: un cálido abrazo con su esposa, Meredith, y la tierna imagen de su pequeño hijo, Bennett, en sus brazos, sellaron un momento para la historia.
La victoria en el British Open se añade a los triunfos que Scheffler ha cosechado este año en el Byron Nelson, el Memorial y el PGA, logros aún más notables si se considera que inició la temporada con varias semanas de baja por un corte en una mano mientras preparaba ravioles en la cena de Navidad. Su registro en los "majors" de esta campaña es un fiel reflejo de su esplendor: cuarto en el Masters, primero en el PGA, séptimo en el US Open y ahora campeón en el British Open. Una secuencia de actuaciones de las mejores jamás vistas en la historia reciente del golf.
Este lunes, el texano amanecerá en su semana número 150 en el trono mundial, una cifra que solo lo sitúa por detrás de gigantes como Tiger Woods (683) y Greg Norman (331) en el palmarés histórico de permanencia en la cima. Desde mayo de 2023, nadie ha logrado desbancarlo de ese pedestal, ni siquiera acercarse a su nivel. El año pasado, con ocho títulos y el oro olímpico en París, registró la media de golpes más baja de la historia (68.01) en el circuito americano. Los récords se acumulan, pero él mantiene una sorprendente naturalidad. "Yo solo trato de competir y ganar", resume este hombre de profunda fe religiosa, quien atribuye su talento a Dios. "Eso no me cambia como persona cuando vuelvo a casa. Si empezara a coger mis trofeos y a pasearme a lo grande, mi esposa me daría una bofetada. Ganar torneos de golf no me hace diferente".
Sin embargo, lo es. Es único. "Lo hace todo bien", lo describe Jon Rahm, un golfista que, de no haber migrado a la liga saudí, podría haber sido uno de sus grandes rivales. "Es muy certero desde el tee, muy certero con los hierros, pero de lo que no se habla tanto es del buen juego corto que tiene. También mentalmente ha hecho un cambio. Es capaz de llevar los buenos y malos momentos muy bien como si no pasase nada y sacar lo mejor de sí cuando hace falta". Para Tiger Woods, cuando Scheffler patea a su mejor nivel, "ni se le ve". Y eso fue precisamente lo que ocurrió en el Open Británico de Royal Portrush.
Fuentes: Marca